El objeto elegido es un huevo. Representa el inicio, el origen. Este es el origen de mi incursión en la escultura. Las formas suaves, sin arista que inviten a recorrer con la vista y el tacto para integrar la experiencia sensorial de tal manera que el acto de ver se complemente con la materialidad.
Desde el punto de vista de la significación quiero destacar un planteamiento dicotómico. La mezcla de icono, significante y significado en una fusión con el principio de origen. Mi pretensión es utilizar el propio huevo, triturado e incorporado al material que dará lugar a su recreación. Incorporar su sustancia para amalgamarlo con yeso, escayola u otra sustancia que lo compacte y recree la propia figura. Es el huevo reconstruido a partir de él mismo.
La segunda intervención en la que trataré de forrar de escayola o yeso un huevo y que el resultante tenga forma ovoide. En ambos estará el objeto huevo, en sustancia y en representación. Una representación del huevo conteniendo uno verdadero.
Siempre será formalmente lo que es y su representación a la vez. La fascinación por el significado icónico y la facilidad y simplicidad de las formas hacen que este objeto sea altamente atractivo, además de profundamente reconocible.
Ataco directamente al imaginario del espectador sin necesidad de forzar la representación, desde lo simple a lo complejo a través de una forma básica.
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